Estamos frente a una novela cuántica, donde los diversos tiempos y espacios son simultáneos y donde la persona y el número del narrador se modifican constantemente.El autor se apropia de cualquier cabo suelto de la Historia y, al seguirlo, demuestra que el conflicto del hombre contemporáneo no radica en la muerte de la epopeya, sino en que nadie sabe dónde encontrarla.