Hace falta tener una sensibilidad muy fina para, con la tensión a la que te somete un trabajo que exige toda tu atención, en pleno vértigo, ser capaz, sin dejar de atender tus deberes, de distanciarte a la vez para registrar la acción en la que participas. Se trata de la toma de la imagen por el protagonista de la escena, en primera línea, en mitad de la batalla. Y como el desdoblamiento que se requiere para eso, la capacidad inaudita para emprender un viaje astral mientras el cuerpo, por más que entrenado, está no en alerta sino en ebullición, obedeciendo los protocolos urgentes de actuación, tiene que fracturarle a la fuerza, es preciso después, resuelta la crisis, salvado el pellejo, procesarlo, digerirlo, escribirlo.