“La tele de los 70. Del blanco y negro al color” editado por Diábolo Ediciones hace un repaso entre nostálgico y didáctico, a una década prodigiosa que permitió a España dar un salto hacia delante tras años de oscurantismo.
Para uno como el que suscribe estas líneas nacido en 1975, el año del fallecimiento de Franco, este hecho significa ser parte de una generación que vivió su adolescencia y su despertar de la inocencia una década después. Y, sin embargo, de los 70 a los que formamos parte de la generación del 75 nos llegaron muchos ecos, además de recuerdos (porque la memoria, aunque frágil para lo inmediato es sorprendentemente fiel para lo lejano), años más tarde. Más que nada porque en España, aunque hoy os parezca insólito a los más jóvenes, por aquellos años sólo existían dos cadenas de televisión, TVE1 y la segunda cadena (conocida como UHF). Hoy desde luego que nos parece muy lejano (aunque sólo hace 20 años que nacieron las primeras cadenas privadas en España), pero sin internet, con sólo dos cadenas, con una programación que no variaba salvo por el fallecimiento de algún actor o actriz, todo era más fácil y las repeticiones abundaban.
Os parecerá a los más jóvenes algo impensable, ni siquiera imaginaros un mundo con sólo dos cadenas, en la que además una de ellas, contaba con una programación más reducida. Pero así era los años 70. Una década televisiva que nos ha dejado para la memoria clásicos seriefilos como “Curro Jimenez”, “Mazinger Z” (del que tengo otra reseña pendiente sobre mítico anime), “Heidi”, “Yo, Claudio”, “La casa de la pradera”, “Crónicas de un pueblo”, “Kung-Fu”, “Marco” o “Sandokan”. Pero también fue una década de míticos programas como “El hombre y la Tierra”, el ya mencionado “Un, dos, tres”, “Los payasos de la tele” (¿Como están ustedes?) o “Estudio abierto” con el gran José María Iñigo y su inseparable bigote”.
En una época donde ratings, audiencias y grupos demográficos ni existían, la televisión ofrecía entretenimiento y diversión para todas las edades. Pero también proporcionaba conocimiento, cultura (¡anda!) y divulgación, algo que en hoy en día parece algo muy lejano en la televisión en abierto. Una década, más que prodigiosa, que vería aparecer el color en los televisores de los españoles allá por 1975 (¡si es que tenía que ser ese año!) y que vivió momentos de cambios y de apertura (os recuerdo que había un censor de la programación por aquel entonces) en aquellos años que darían paso a la transición.
En “La tele de los 70. Del blanco y negro al color” Miguel Herrero demuestra una vez más su extenso conocimiento sobre el mundo de la televisión. Dividido por capítulos que son los años que conforman está década mágica de nuestra televisión, se nos desgrana no sólo los programas, series y eventos más destacados de cada año, sino que cada capítulo está trufado de anécdotas y curiosidades que nos sirven como lectores para imbuirnos del espíritu de aquella década. En estas páginas nos encontraremos desde la incómoda entrevista que tuvo que realizar Iñigo a la ama de cría de Franco, cuando esta cumplió 50 años al servicio del Generalísimo, pasando por la participación de Rocío Jurado en el primer programa del concurso “Cambie su suerte”, hasta el destape de Agata Lys (estamos hablando de un bikini mal pensados) o el famoso pendiente perdido por Lola Flores durante su actuación en “Esta noche…fiesta”.
Con prólogo de Mari Cruz Soriano, “La tele de los 70. Del blanco y negro al color” nos adentra en aquella década de cambio de la mano de la sapiencia televisiva de Miguel Herrero (del que ya hablé hace unos años en esta web de su libro “Revisitando los 80″), proponiéndonos un viaje por la nostalgia y el recuerdo. Todo ello gracias a un excepcional apartado gráfico que ilustra cada una de las páginas, con imágenes para el recuerdo. Un viaje por la memoria de nuestra tele que merece mucho la pena, tanto para los que vivieron aquellos años y se emocionaran leyendo sus páginas como para los que ni aún habían nacido, porque les enseñará una televisión diferente, más inocente, que estaba aprendiendo y que esta parte intrínseca de nuestra historia.
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