Todo empieza hace dos años, en 2011, cuando Ignacio Navas descubre en una fotografía de su propio bautizo la existencia de una joven desconocida que le sostiene en sus brazos. ¿De quién se trata, cómo se llama? La búsqueda por saber quién es ella y la reconstrucción de su vida se convierten en una obsesión que se materializa en Yolanda.
Una serie de fotografías domésticas extraídas de álbumes familiares se entremezclan con las imágenes producidas actualmente por el joven fotógrafo en aquellos lugares que se convirtieron en el escenario donde se desarrolló la vida de esta joven. Una historia cargada de guiños generacionales, retazos de una vida truncada. Un relato cargado de una gran contención emocional, que no deja de ser, un paseo por una historia de amor. En realidad, un homenaje al tío del propio fotógrafo, Gabriel, pareja hasta la muerte de la joven Yolanda, y quien se convierte en el narrador de una historia esbozada a través del relato autobiográfico que nos aproxima a una época aquellos finales de los ochenta y primeros noventas y a una España en la que desaparecieron muchas Yolandas.
El modo de representar esta historia es de una sensibilidad fulminante que el propio fotógrafo explica así: Cuando yo tenía 6 años murió de SIDA mi tía Yolanda. No recuerdo nada de ella. A través de viejos álbumes familiares y conversaciones con mi tío intento conocerla dieciséis años después. Quiero contar su historia, la de su generación y su viaje a través de la vida y la enfermedad.
Un proyecto concebido como una labor de investigación en proceso donde el espectador irremediablemente acorta distancias con sus protagonistas y se infiltra en el entorno de esta joven, en este relato íntimo y biográfico de Ignacio Navas.
(Texto de Tania Pardo. Publicado en la revista EXIT #49)