Perdita tiene veintitrés años, es hermosa, inteligente y desalmada, y cree que los únicos placeres verdaderos que les quedan a los humanos son los del sexo y la muerte (o mejor dicho, el asesinato). Aliada con el no menos bello y perverso Romeo Dolorosa, adepto a una particular rama de la «santería» que realiza sacrificios humanos, raptarán a una pareja de jóvenes estudiantes americanos en la frontera con México, les obligarán a presenciar una ceremonia en la que Romeo sacrifica a un niño mexicano y devora su corazón, harán de los dos jóvenes sus esclavos sexuales, y todos juntos se lanzarán por los caminos de América en una frenética jornada de sexo, crimen y horror.
Barry Gifford continúa con Perdita Durango la saga fascinante iniciada con La historia de Sailor y Lula, que David Lynch convirtiera en película con el título de Corazón salvaje. La inefable Perdita, de cejas que se despliegan como serpientes, era allí un personaje secundario, pero que dejaba adivinar ya todo el negro esplendor que alcanzaría en esta novela. Barry Gifford, uno de los escritores más interesantes de la literatura contemporánea de los Estados Unidos, continúa su audaz exploración de un territorio literario a medio camino entre los salvajes pastiches americanos del Boris Vian de Escupiré sobre vuestra tumba y la negrura del «pulp» de los años cuarenta y cincuenta. Y lo hace con la sabiduría narrativa de un auténtico «contador de historias» y el despojamiento verbal de quien también es poeta.
«Perdita Durango es un negro y cómico viaje por una América de fábula que nos parece terriblemente verosímil; no es extraño que David Lynch se sienta atraído por la obra de Gifford. Los personajes de éste habitan un mundo surrealista, divertido y triste al mismo tiempo» (Catherine Texier, The New York Times Review of Books).