Las cuatro partes en que La vida nueva se divide dan lugar al espacio textual para una particular forma de expresar la poesía desde una condición femenina. Este aspecto fundamental Martha Cerón lo desarrolla por medio de una particular relectura de la cotidianidad, a través del despliegue de mecanismos poéticos: el poder mitoligizante de la metáfora, el simbolismo, cierta matizada ironía, la imagen de estirpe surrealista, el recurso a la tradición literaria de Occidente, sobre todo en el largo poema que configura la tercera parte. Pero vale subrayar que La vida nueva no se trata de la mera aceptación del rol tradicional de la mujer o los estereotipos que hoy continúan debatiéndose a fondo y que también en el libro se cuestionan, sino de la posibilidad de leer y experimentar aspectos de la vida cotidiana a través de la poesía. El resultado de estas operaciones no es la confrontación radical ni el desengaño o la queja, pero tampoco una idealización ciega, al margen de una mirada crítica, sino de la posibilidad de redención de la mujer, a través de una mujer nueva que aparece en la propia historia personal, ello en virtud del poder transfigurador de la lectura y la escritura.