Gerardo Vilches ha dicho de este libro:
Massó presenta composiciones de página muy regulares, con viñetas uniformes, y divide la obra en secuencias, capítulos, si se pueden llamar así, en los que plantea unos elementos geométricos con los que experimentar. Líneas rectas y curvas de mayor o menor grosor forman ángulos, se mueven por las viñetas y conforman tanto una secuencia que podemos seguir como un sentido diferente si se observa la página completa. Por supuesto, no hay aquí ni personajes ni una trama narrativa, pero sí hay, claramente, secuencias e intenciones.
Massó, al comienzo de cada intervalo, establece unas reglas, que el lector intuirá pronto si está atento, y que le sirven de guía para explorar cada presupuesto. En algunas partes, las líneas rectas atraviesan el plano, forman ángulos entre sí y con los marcos de la viñetas; en otras, las líneas se disparan a un punto de fuga fuera del marco. Massó juega con las continuidades y discontinuidades de esas líneas, con su posición -con respecto a otras en la misma viñeta o con las de otras-, su grosor y, sobre todo, su número. La densidad de los conjuntos de líneas dependen de la distancia que haya entre ellas, y es aquí donde encontramos una de las claves de Cadencia: el ritmo. El libro busca, entre otras cosas, profundizar en cómo se genera el ritmo en una historieta, hasta el punto de que, por su condición abstracta, acaba teniendo un componente musical importante: por momentos, el lector escucha este cómic. En conjunto, funciona como una especie de sinfonía o pieza de música experimental, que alterna partes más tranquilas y ordenadas con otras que son puro caos y ruido. Es entonces cuando se aprecia el sentido de este trabajo de Massó, quien, lejos de tirar líneas al tuntún, estudia cada página y su efecto en el total de forma evidente.